Historia del Japón -Segunda Parte y Final-
Edad premoderna o Kinsei
Edad moderna o Kindai
Edad contemporánea o Gendai
Pero, una vez más la fusión cultural resultante muestra el sello distintivo de la herencia histórica propia de Japón. Hoy, las viejas generaciones hablan con cierto tono despectivo de una "nueva raza" (shin-jinrui) de japoneses. Se refieren a los que nacieron después de la Segunda Guerra Mundial y poseen unos intereses y valores que se ven muy distintos a los suyos. Dicha generación, y las que le han seguido, parecen menos disciplinadas, más agresivas, individualistas, occidentalizadas y consumistas.
Desde mediados del siglo XVI se inició un movimiento en favor de la reunificación del país en el que destacaron como protagonistas Oda Nobunaga, Toyotomi Hideyoshi y Tokugawa Leyasu.
El breve pero espectacular momento en el que Nobunaga y Hideyoshi ejercieron su poder y comenzaron a dar una nueva forma a las instituciones feudales es conocido como período Momoyama (1568-1600) o Azuchi-Momoyama. (Véase Momoyama, período) Tras sucederse uno a otro en el poder, fue Tokugawa Leyasu el que, alcanzando una victoria definitiva sobre los seguidores de la casa de Toyotomi en la batalla de Sekigahara en 1600, asumió un poder que duraría cerca de doscientos cincuenta años en manos de su familia.
Esta batalla marca el inicio del período Edo (1600-1868). (Véase Edo, período) Leyasu estableció un cuidado orden político basado en un equilibrio en el que el shogunato controlaba Edo y el centro del poder, mientras que los daimyô, clasificados en función de su lealtad, gobernaban unos doscientos cincuenta feudos.
Ieyasu y sus sucesores fueron capaces de mantener la fortísima centralización del poder mediante este sistema, reforzando la distinción entre clases, institucionalizando para los daimyô un sistema de residencia alternada entre la capital y sus feudos, con la consiguiente lacra económica que suponía, erradicando el cristianismo, y controlando los contactos con el exterior. Esta estructura fue dominada por los samurai, y descansaban sobre el campesinado y los comerciantes las fuerzas económicas del país.
Edad moderna o Kindai
A pesar del opresivo sistema de gobierno de los Tokugawa, el país gozó de más de dos siglos de paz, en un relativo aislamiento del resto del mundo. Esta reclusión fue amenazada a mediados del siglo XIX por rusos, británicos y norteamericanos, quienes, lanzados por la revolución industrial a buscar nuevos mercados, presionaron a China y Japón para entablar contactos comerciales con estos dos grandes consumidores potenciales.
El gobierno fue incapaz de mantenerse firme ante dichas presiones y tuvo que firmar tratados que dejaban en desventaja a Japón. Viendo la debilidad del poder del shôgun, los poderosos señores de Satsuma, Chôshû y Tosa, buscaron alianzas en la corte imperial para derrocar a los Tokugawa y restaurar el poder perdido al emperador.
La restauración Meiji tuvo lugar en 1868 y marca el inicio de una nueva orientación del país, que pasó del aislamiento a la total apertura de sus fronteras no sólo territoriales, sino de todos los campos del saber. Siguiendo los modelos occidentales, Japón redactó su primera constitución en 1889, lo que abrió el camino para un gobierno parlamentario. Inició una fructífera andadura industrial y consiguió el suficiente poder militar como para enfrentarse a China en 1895, a Rusia diez años después, y en 1910 anexionar Corea.
El período Taishô (1912-1926) se caracterizó por el reconocimiento internacional de Japón como una de las grandes potencias, por su gobierno democrático, el crecimiento de su economía, y su participación en la diplomacia internacional. El emperador Shôwa tomó el relevo en 1926, y continuó su papel de cabeza visible de la nación hasta 1989, año en el que falleció.
El período Shôwa se inició con una mirada optimista, pero pronto, tras su agresión militar de Manchuria y China, Japón fue expulsado de la Liga de Naciones. El ultranacionalismo y la opresión política dentro del país, llevó a su enfrentamiento con los Estados Unidos y las fuerzas aliadas en Asia y en el Pacífico.
Edad contemporánea o Gendai
La derrota de Japón en 1945, tras sufrir el bombardeo atómico, trajo consigo la ocupación del país por parte de los aliados, la desmilitarización, el desmantelamiento de los grandes imperios industriales de los zaibatsu, la renuncia del emperador a su divinidad, una nueva constitución, una mayor democratización, y un nuevo sistema educativo.
Después de un largo y doloroso período de posguerra y reconstrucción del país, la economía japonesa empezó a ponerse a la cabeza del mundo industrializado en los años sesenta y setenta. Las Olimpiadas de 1964, celebradas en Tokyo, ayudaron a su relanzamiento internacional.
La nación prosperó gracias a los esfuerzos de los japoneses, que pusieron gran énfasis en la educación y la frugalidad.
En los últimos años, bajo la presión internacional sufrida, ha iniciado la liberalización de su mercado con intentos de equilibrar una economía basada casi exclusivamente en la exportación, haciendo más sencilla la importación de productos extranjeros. Esta política se encuadra dentro de las iniciativas que se están realizando para conseguir la verdadera internacionalización de su sociedad.
Pero, una vez más la fusión cultural resultante muestra el sello distintivo de la herencia histórica propia de Japón. Hoy, las viejas generaciones hablan con cierto tono despectivo de una "nueva raza" (shin-jinrui) de japoneses. Se refieren a los que nacieron después de la Segunda Guerra Mundial y poseen unos intereses y valores que se ven muy distintos a los suyos. Dicha generación, y las que le han seguido, parecen menos disciplinadas, más agresivas, individualistas, occidentalizadas y consumistas.
Pero, aun así, es indudable que los shin-jinrui comparten la mayor parte de los valores culturales de sus mayores, haciendo hincapié en los que han contribuido a su destacada posición económica en el ámbito internacional: educación, trabajo duro, disciplina, armonía familiar y grupal, consenso y prioridad de los objetivos nacionales sobre los personales. Más acordes con la cultura occidental que las pasadas generaciones, no por eso han dejado de identificarse con la historia y la cultura de su país.
Bueno Este es el resumen. Sí bien es cierto que en lo que respecta a la cultura Nipona, todavía queda mucha tela que cortar, al menos con este resumen podemos darnos una ligera pincelada sobre lo que ha sido la historia del país del sol naciente. Sí es Posible, voy a ver si logro conseguir un poquito más de historia, y así poder compartirla con ustedes en futuras entregas.
¡Saludos!
Sendoshi Kurumada
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