¿Ser pobre en un país rico? o ¿ser rico en un país pobre?


El éxito, la riqueza y el poder son conceptos que van ligados a la sociedad donde se vive. Para un país de mente liberal ser un millonario con influencias es un gran logro, para una sociedad de tradición religiosa criar familias dentro de un esquema social es una riqueza y para una sociedad monárquica el poder es algo que se hereda. Por supuesto que esto es una visión simplista y sesgada por las diferentes perspectivas de lo que cada individuo define en dichos conceptos. La comparación se da inevitablemente; en la sociedad japonesa se le da respeto a quien haga bien sus labores sin importar su profesión, pero en contraste al norte de México los padres impulsan a sus hijas a salir con los traficantes de droga para que protejan a sus familias de los conflictos entre la milicia y las pandillas. Las necesidades simplemente son distintas y así lo que se puede llamar éxito cambia en base a las necesidades. Hay veces en que solo comer un día es el mayor logro de una familia, en otras comunidades no importa la cantidad de ceros que tenga su cuenta bancaria, las medallas colgadas por distintos reconocimientos o los títulos colgados en sus paredes, si en una sola área de cualquier campo se demuestra desconocimiento se le humilla implacablemente. 

En una familia con un único hijo los padres tienen más control de los logros académicos de su primogénito, pueden castigar con más eficiencia el mal comportamiento o recompensar el bueno, deferente de las familias con más hijos; pero esto no es garantía de hijos exitosos. Dentro de familias numerosas los niños aprenden negociación y socialización esenciales, así como sacar ventaja de sus habilidades individuales con la cierta libertad creativa que da al ser menor el ojo observador paternal. El sofoco familiar por lo general proviene de agentes externos como la pérdida de la estabilidad económica o el sustento familiar, la enfermedad  de algún miembro del núcleo familiar, la migración forzada por cualquier motivo, etc. En una vida social que garantiza el alimento, el trabajo, la educación y la salud nadie dejaría su hogar. Pero como toda sociedad así como toda familia, nada garantiza buenos resultados para una familia exitosa pues hasta un hijo único se puede volver delincuente, así como en las poblaciones con mayores ingresos podrá encontrarse criminalidad, esto solo demuestra que los seres humanos como individuos pueden presentar comportamientos nocivos para la sociedad, pero estos pueden minimizarse al cambiar el ambiente.

No es de extrañar que las dictaduras o los estados fascistas inicien buscando a un enemigo fácil de etiquetar y de ser posible que la misma prensa o medios de comunicación puedan estereotipar para hacer una discriminación generalizada de dicho grupo. La elección de esta minoría no es casualidad, es un grupo con poca capacidad de respuesta, fácil de estereotipar en la prensa para poder crear soluciones ineficientes a problemas que no existen. Dichas medidas buscan controlar a la población general, institucionalizar la corrupción o el crimen organizado y crear una mayor división entre las clases sociales; es decir, hacer que la balanza del poder se torne al lado incorrecto. Un ejemplo es que algunas prisiones los guardias  permiten que los reos se enfrentaran entre sí para descargar su agresividad en otros que no fueran los mismos guardias; exactamente lo mismo pasa en ese tipo de sociedades que no buscan el bien común sino garantizar el estatus quo de ciertos miembros a costa de que la gente que está en niveles sociales similares se agreda entre sí para no atacar a sus verdaderos opresores. 

Si algo tienen en común las sociedades que se pueden llamar “ricas” es en la flexibilidad en su estructura social y como quienes pertenecen a ellas tienen acceso a la salud, educación, bienestar social y cierto nivel de seguridad financiera. La educación es el centro del desarrollo para mejorar como comunidad, más que transmitir la misma información se adapta a los cambios sociales que se dan en el mundo globalizado. Esa riqueza recae en como los individuos son catalogados por sus actos más que por las etiquetas que puedan cargar. En vez de categorizar a sus miembros, les da espacios de interacción estimulando la cultura y la visión sobre sí mismos. Ahora fuera de la ilusión del sistema perfecto es la del pueblo perfecto que funciona en cualquier sistema, parafraseando un poco a Rousseau; la verdadera meta es crear una sociedad siempre dispuesta a cambiar, donde el valor del individuo sea alto, aún mayor que el económico porque sin sociedad no hay economía. 

La intervención empresarial en la política social es la expresión pura de avaricia sistemática para deslegitimar los derechos individuales empoderando a la “empresa” como proveedora del bienestar, aunque dicho bienestar es producto de la estabilidad social que la comunidad crea. Un pueblo dedicado a una exclusiva actividad una vez que llega a un máximo de producción es incapaz de seguir ejerciendo la misma actividad por siempre ya que el mercado es cambiante e inestable, hace siglos cientos de pueblos se dedicaban a actividades como la minería, extracción del caucho, tala desmedida o pesca y las condiciones del ambiente o la tecnología elimino o mermo sus actividades forzándolos a desaparecen, de haber polarizado sus actividades hubieran podido avanzar a una nueva etapa. Costa Rica tuvo esa primera inversión con el café pero después de la dictadura del bipartidismo entrar a mercados innovadores se ha vuelto un proceso terriblemente difícil, lleno de peros a la innovación fuera del servilismo institucionalizado, solo basta observar el sistema educativo donde la mira no es crear pensamiento analítico, se basa en la reproducción continua de información y análisis básico de resolución de problemas. Lo suficientemente lógico para competir en mercados modernos informáticos pero sin mucha innovación o desarrollo creativo como para dar confianza en a los estudiantes de sus propias habilidades haciendo que caigan en el círculo que es casi esclavitud sistematizada; desviviéndose para ganar un sustento “estable” para un empresario que por su cuenta no dudaría en abandonar sus operaciones en el país si con ello le genera más dinero.  

El talento en el patio de Costa Rica es enorme, sistemáticamente se ha engendrado un cierto recelo a los éxitos ajenos. Los medios de comunicación han vendido la idea de que somos pequeños en habilidad pero basta con ver cuantos prefieren probar suerte en el extranjero, porque las oportunidades en su propia casa son pobres. Un ejemplo de cómo adredemente se ha desmoralizado la visión creativa de los costarricenses que tienen sobre si mismos mediante al acceso a la televisión abierta; siendo este monopolizado por Repretel, Canal 7 y televisoras cristianas. Deberíamos tener más canales con más producción nacional, pero no solo estas empresas nos muestran a nosotros mismos como simples obreros incapaces de crear algo por nosotros mismos, nos cierran la puerta en la cara para cualquier idea original. Las habilidades especiales son hechas a un lado por un sistema de educación enfatizado en servir a alguien o trabajar en una empresa, enseñando mediante la más toxicas de las competencias a ganar sin considerar las habilidades o medios dejando una marca de por vida. 

En una sociedad que permite el crecimiento desarrollando a los individuos en una competencia sana, identificando las facultades de cada quien en comunidad, permitiendo sobre llevar las peripecias de la vida de manera positiva; reflejara una economía que surge estable enfrentándose a el constante cambio del mercado, totalmente libre de una visión unidimensional con soluciones basadas en dichos falaces de antaño como: “esto siempre se ha hecho así”, “deje a los que saben”, etc. Las respuestas a los problemas no serían un coro recitado mil veces por cada generación sino cientos de miles de conciertos que ofrecen todo el espectro del imaginativo humano, sin duda la habilidad más poderosa de la especie. 

En contraste; Un sujeto que goza de una excelente posición económica dentro de una comunidad que es: paternalista, chotera, toxica y utilitarista. No importa el rango social al que se pertenezca, porque todos sus miembros solo desean ver de los otros lo peor para empaparse de un falso sentido de superioridad. Triunfos insignificantes de relatividad moral y suerte mal merecida: “pese a lo que he hecho nunca me han arrestado”, “pague un soborno para salir impune del crimen que cometí”, “hice trampa en ese proyecto”, etc. Se rodean de quienes pueden mirar por encima de su hombro solo para sentir algún poder y generan sociedades divididas por insignificancias como: la religión, la etnia o el país de origen. Aún siendo rico se vive con el constante miedo de ser violentado, abusado, agredido o muerto por sus posesiones, amurallando todo lo que tiene; levantando barreras físicas e ideológicas entre “ellos” y “nosotros” que en realidad es un simple conflictos entre cualquiera menos yo. 
La última pregunta se la hago a usted curioso lector que llego hasta aquí, ¿vivir en una sociedad como pobre, donde si deja su billetera en el suelo lo primero que hace un extraño es devolvérsela o vivir siendo millonario en un lugar donde una madre con un bebe de brazos vio un cajero automático activado y su primera reacción fue vaciar la cuenta de esa persona? 

Hideki "Sartre tenía razón, el infierno son los demás"-sama

Comentarios

Raul dijo…
Buen articulo, muy realista.
Anónimo dijo…
No es un realidad que guste revelar. Muy valido el análisis

Lo más leído en el Templo