La ciencia puede ser divertida: Dr. Stone y Cells at Work!
¡Saludos Lectores! De una forma u otra la educación es un elemento que aparece en prácticamente todas las ficciones que nos rodean.
Ya sea de manera implícita o explícita; la educación es algo que, de manera natural, ejerce su fuerza bruta sobre las historias. En algunas ocasiones tendremos que extrapolarla para poder quedarnos con parte de esa lección, pero en otras la sutilidad desaparece y lo didáctico se muestra como un elemento principal de la narración para, a través de él, contarnos una historia.
Obras que emplean el componente instructivo como eje principal de la obra y su historia se sustenta en torno a él. Posiblemente no todo el público esté dispuesto a escuchar discursos aburridos sobre cómo funcionan las células o cómo se puede obtener la pólvora a través de una serie de componentes, así lo especial de estas obras radica en cómo saben combinar lo didáctico con el humor y hacer que todos los elementos encajen para mostrarnos, a través de una comedia de lo más medida, una lección sobre la evolución del mundo o el funcionamiento del cuerpo humano.
La química de la civilización
En el caso de Dr. Stone la lección que nos ofrece Riichiro Inagaki va más allá que cualquier libro de texto convencional. A través de su obra pretende hacernos llegar los hitos más importantes de la historia para saber, cómo a través de la ciencia, el ser humano ha sido capaz de llegar hasta la actualidad con avances tales como la pólvora o el teléfono móvil.
En la obra homónima no sólo se hace valer por su magnífico guion sino por cómo el arte de Boichi es capaz de mostrarnos a simple golpe de vista los complejos procesos bajo los que subyace la química más avanzada. Una combinación que podríamos tachar como perfecta en lo que se refiere a ejecución de la misma; pero es cuando se introduce el componente «cómico» cuando ésta crece más frente al espectador.
En la obra homónima no sólo se hace valer por su magnífico guion sino por cómo el arte de Boichi es capaz de mostrarnos a simple golpe de vista los complejos procesos bajo los que subyace la química más avanzada. Una combinación que podríamos tachar como perfecta en lo que se refiere a ejecución de la misma; pero es cuando se introduce el componente «cómico» cuando ésta crece más frente al espectador.
Así, Dr. Stone se convierte en un producto didáctico de lo más asequible que podrá encantar tanto al público que busque entretenerse con una obra que escapa del convencionalismo más puro de la Shonen Jump como a aquellos que deseen explorar un terreno tan extenso como la evolución del ser humano en una obra que consigue resumir los hechos más relevantes de la historia a través de unos personajes de lo más atractivos con una puesta en escena más que satisfactoria.
Además, gracias a la apuesta de TMS Entertainment, a partir de verano también podremos disfrutar de las aventuras de Dr. Stone en un formato que escapa del papel y se postula ante nosotros a modo de serie de televisión. Una apuesta que al principio era más que temida por los seguidores de la obra original pero que tras ver sus primeros compases podemos estar más que seguros que el relevo por parte del estudio es más que aceptable frente al trabajo de Inagaki y Boichi.
Es cierto que es aquí donde el humor gana un mayor papel, pero a pesar de ello, la adaptación posee los tintes principales de la obra original; y posiblemente será gracias a ésta cuando personas que hasta entonces no se atrevían a mirar a Dr. Stone con buenos ojos, comiencen a hacerlo.
Glóbulos con vida propia
Si echamos la vista atrás, concretamente un año, podemos dar con otra obra bastante semejante a Dr. Stone aunque en este caso fue gracias a la adaptación animada por parte de David Production cuando la obra llegó a muchas más personas y detonó en el mercado como uno de los títulos más demandados de 2018. Hablamos de Cells at Work!.
Esa obra en la que, a través de una célula roja y una célula blanca —además de otros componentes de lo más encantadores—, se mostraba el funcionamiento interno del cuerpo humano. Una historia que posiblemente nos recordará a la obra creada en 1986 por Albert Barillé titulada Érase una vez el cuerpo humano.
Esa obra en la que, a través de una célula roja y una célula blanca —además de otros componentes de lo más encantadores—, se mostraba el funcionamiento interno del cuerpo humano. Una historia que posiblemente nos recordará a la obra creada en 1986 por Albert Barillé titulada Érase una vez el cuerpo humano.
En esta ocasión el esquema es bastante parecido, pero su ejecución sobrepasa con creces a la del siglo pasado y nos expone, ya sea a través de la obra original de Akane Shimizu o la majestuosa adaptación de David Production, un viaje por el interior del cuerpo humano que jamás habríamos imaginado.
Y sí, en esta ocasión, el componente cómico cuenta con mayor papel sobre la historia, pero no por ello ésta cobra un sentido más infantil o menos instructivo. Al igual que ocurre en Dr. Stone, esta obra usa dicho componente para hacer menos hastiadas las explicaciones o las lecciones que nos ofrecen sus múltiples personajes.
Es cierto que gracias a la naturalidad de la obra ésta se puede valer de las propias historias de los personajes para enseñarnos de manera totalmente subliminal, pero hay ciertos aspectos que van más allá de su día a día y es ahí cuando el humor cobra su mayor protagonismo —sin contar secuencias que van más allá de estos aspectos y se centran en el propio devenir de la historia.
Por último, añadir que al igual que la adaptación animada de la obra de Riichiro Inagaki y Boichi suponía más temor que júbilo —a pesar de que su resultado está teniendo una grata acogida entre el público—, la adaptación del material de Akane Shimizu supuso un descubrimiento portentoso.
No sólo hizo que la obra original tuviese un mayor conocimiento a nivel mundial, sino que gracias al trabajo de David Production lo didáctico de esta obra surcó nuevos horizontes y abrió nuevos caminos en forma de continuaciones, spin-offs o derivados en los que, a través de la misma fórmula, se indaga en otras materias como las enfermedades más letales, entre otros temas de lo más peliagudos.
Por lo tanto, el fenómeno Cells at Work! no sólo ha servido para enseñaros cómo funciona el cuerpo humano en su interior —a la espera de una nueva temporada próximamente— sino que ha convertido el recurso del humor en uno tan válido como aceptado en cuestión de educación, estableciendo así un nuevo puente en pos del entretenimiento como nueva fórmula cultural.
Así, ya sea con motivo de saber más acerca de los entresijos de aquello que nos ocurre por dentro o cómo hemos llegado hasta el punto que nos encontramos actualmente frente a la ciencia, hay obras que son capaces de enseñar usando un recurso tan intrincado como placentero como es el humor.
Un recurso que hay que saber lidiar con él sin excederse y tanto Dr. Stone como Cells at Work! son un ejemplo perfecto de cómo hasta las lecciones más letales que han formado parte de nuestra educación pueden llegar a ser incluso divertidas.
Así, ya sea con motivo de saber más acerca de los entresijos de aquello que nos ocurre por dentro o cómo hemos llegado hasta el punto que nos encontramos actualmente frente a la ciencia, hay obras que son capaces de enseñar usando un recurso tan intrincado como placentero como es el humor.
Un recurso que hay que saber lidiar con él sin excederse y tanto Dr. Stone como Cells at Work! son un ejemplo perfecto de cómo hasta las lecciones más letales que han formado parte de nuestra educación pueden llegar a ser incluso divertidas.
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