Etimología y secretos del lenguaje Hebreo

El pueblo hebreo no destacó en la antigüedad por su interés en las matemáticas. Pero, en la Biblia, se refleja un gran interés por los números y su uso simbólico, en especial por el 7, que se utiliza continuamente; mas sin explicar su significado ni atribuir este interés a nada en particular.

La Kabbalah significa “tradición” e inicialmente denominaba todos los escritos recibidos a excepción de la Torah (Ley o Pentateuco). En la Edad Media, empezó a restringirse su uso, para referirse al conjunto de doctrinas secretas judías que pretendían explicar el universo en base a una compleja filosofía teosófica que se atribuía a los profetas o patriarcas. Aunque los cabalistas se apoyaban en elementos tradicionales judíos, sus ideas no fueron aceptadas por todos.

Los libros fundamentales de la cábala son el Zohar (s. XIII) y el Jezirah (s. IX); pero sus orígenes se remontan al complejo interaccionar de filosofías místico-ocultistas que estuvieron de moda al final del imperio romano y en especial en la famosa Alejandría. Sin embargo, su apogeo fue en la Edad Media. En el Renacimiento su influencia se extiende al cristianismo, pues muchos creyeron ver reflejadas en la cábala verdades cristianas (la Trinidad, el Mesías, etc.) y algunos cabalistas se convirtieron al cristianismo. El interés por estos estudios llegó hasta los papas.

La lengua hebrea

El hebreo, antigua lengua semítica emparentada con el cananeo y fenicio, posee un alfabeto de 22 consonantes (las vocales no se escriben) . Como en otras lenguas antiguas, cada letra tiene un valor numérico. Hasta la Edad Media, el hebreo se escribió de forma continua, sin separar palabras ni párrafos. Como otras lenguas antiguas, tiene un reducido vocabulario (unas quinientas raíces y cinco mil palabras) y una elevada polisemia (cada palabra puede tener múltiples significados). En un texto así, es fundamental tener en cuenta siempre el contexto.
Tradiciones hermenéuticas y metodología cabalista.

La cábala está en conexión con una particular forma de ver el texto bíblico, sin la cual, las metodologías cabalísticas que se aplican a su estudio, no tendrían mucho sentido. Para la cábala, la Biblia es un gran código misterioso en el que tan importante o más que el mensaje es el texto mismo, las palabras, las letras, las formas de los apéndices de las letras, etc. Por ello, el cabalista no puede simplemente leer la Biblia, tiene que descodificarla, desentrañar sus ocultos misterios, mediante una hermenéutica esotérica y de iniciados.

“La tradición enseña que el orden de los párrafos de la Biblia no es el verdadero orden, pues éste sólo lo conoce el Amo del Universo, ya que de otro modo todo el que lo leyera podría crear un mundo, dar vida a los muertos y hacer milagros.”

De aquí sólo hay un paso para la concepción elitista de dos niveles de lectura bíblica, la superficial de la gente corriente y la profunda de los iniciados como enseña el Zohar. De esta forma, tenemos las dos ideas fundamentales para comprender la labor cabalista: la Biblia es un gran código y ese código está oculto, desordenado y entremezclado en el texto.

Esto último refuerza más el carácter iniciativo que la idea de código produce por sí misma. La atención del cabalista no se limita a leer el texto bíblico a un nivel más profundo, sino que lee otro texto que está oculto dentro de la Biblia. Para ello, el cabalista utiliza varios procedimientos: Gema tría (cálculo del valor numérico de las palabras) , Notaricon (formación de acrósticos con letras iniciales o finales de las palabras de un texto) y Temoura (cambio del orden de las letras de una o más palabras en descomposición de éstas y muchas otras en nuevas palabras) .

Una de las cosas que llaman la atención de esta forma de herméutica es que, a diferencia de la hermenéutica usual, no se tiene en cuenta el contexto, ni de los textos, ni de los libros bíblicos, ni de toda la Biblia. El contexto es despreciado completamente. En el fondo, es el gran enemigo, pues remite a la lectura directa y ordenada del texto. Pero el cabalista desprecia la estructura ordinaria de la Biblia, pues la estructura “real” es la oculta. Así, el cabalista no es que no respete el contexto, sino que lo destruye para buscar nuevos significados:

Dijeron los sabios:

"Cuando nació Moisés toda la casa se llenó de luz. Está escrito: Vio que era bueno [Ex. 2:2]; y está escrito: Vio Dios que la luz era buena" [Gén. 1:4]. (6/81).

Los sabios intérpretes no tenían muchos escrúpulos a la hora de manipular el texto bíblico y utilizaron métodos como la Gema tría para ajustarlo a sus propias ideas.

Filosofía cabalística

Los cabalistas crearon también una filosofía que era una mezcolanza de ideas bíblicas y de la filosofía griega de moda en el período medieval, y en general, el esquema cabalista era panteísta y emanantista. Todo procede de Dios por medio de emanaciones, de forma que Dios no tenga un contacto directo con el mundo terrestre, pues esto profanaría su perfección (es interesante observar las similitudes de esta cosmología con la aristotélica tan popular en la Edad Media). En este proceso intervienen diez “inteligencias” intermedias denominadas Sephiroths, que provienen jerárquicamente una de otra desde el mismo Dios.

En otros esquemas se daba gran importancia a las 22 letras del alfabeto hebreo, que, con los Sephiroth, dan lugar a las 32 vías de la Sabiduría. La cábala degeneró en una religión sincrética alejada de la doctrina bíblica contenida en la “lectura superficial” de las Escrituras. No sorprende que, tras su auge inicial en la Edad Media, acabara siendo apartada de la corriente principal del judaísmo, máxime en los últimos siglos cuando no sólo su teología era sospechosa, sino que la cosmología en la que se apoyaba fue arruinada por la ciencia moderna.

Ocultismo y magia cabalistas

El interés de los cabalistas va más allá de la descodificación del texto; para ellos la lengua, y en particular la lengua hebrea, no es un medio de comunicación sin más. Si la Biblia era un misterio lleno de profundos y ocultos significados, el hebreo, la lengua de Adán, también. El cabalista es eminentemente práctico, y utiliza su conocimiento para actuar como mago y obtener poder. Para ello adoptaron la idea central de la magia: hacer algo “natural” en este mundo, para conseguir que algo “sobrenatural” se active desde otro mundo hacia el nuestro.

Así, el mago es el que conoce las secretas “palancas” que en este mundo se pueden mover para forzar al mundo sobrenatural a actuar a favor del mago en la Tierra (en la Biblia esto se llama “tentar” o “poner a prueba a Dios”, (Mat. 4:5-7; Luc. 4:9-12); es algo, además de prohibido, absurdo, pues Dios no puede ser controlado por los seres humanos).

Según la Kábala, todo cuanto existe en la Tierra está formado según el modelo del mundo de Arriba.

“No existe ni el menor objeto en este bajo mundo que carezca de equivalente en el mundo de Arriba por el que es regido». Igualmente, al poner en movimiento los objetos de aquí abajo, se hacen mover las fuerzas de Arriba que los rigen.”

La cábala “práctica” pretendía hacer milagros: curaciones, exorcismos, etc., invocando el nombre de Dios o escribiéndolo en amuletos. La más conocida, y también la más aterradora, leyenda de magia cabalista es la del golem (figura de arcilla a la que con especiales conjuros se daba vida). Finalmente, la cábala se usó para pronosticar el futuro y la venida del Mesías.


Sendoshi Kurumada,
Haciendo repaso de sus Articulos de Teología.

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