La Bestia que es llamada con la Luna...


Hombres-lobo, también conocidos como licántropos, son personajes mitológicos que poseen la habilidad de transformarse en lobo, ya sea por voluntad propia gracias al uso de la magia, o por estar bajo el efecto de una maldición. El cronista medieval Gervase de Tilbury asoció la transformación con la aparición de la luna llena; sin embargo, existe evidencia de que la asociación ya existía entre los antiguos griegos, donde aparece testimoniada en los escritos de Petronio. Este concepto raramente era asociado con el de hombre lobo hasta que la idea fue tomada por los escritores de ficción.

Transformaciones similares a la de los hombres lobo son comunes en cuentos de todo el mundo, aunque la mayoría de ellas involucran otras formas animales. Los hombres lobo son tema frecuente de obras modernas de ficción y películas, aunque a los hombres lobo ficticios se les atribuyen otras características distintas de las de aquellos que aparecen en los cuentos folclóricos, sobre todo la vulnerabilidad a las balas de plata.

Orígenes de los hombres lobos


Muchos autores piensan que las leyendas de los hombres lobo y los vampiros pueden haber sido usadas para explicar asesinatos seriales en épocas de oscurantismo. Esta teoría ganó credibilidad gracias a la tendencia de algunos asesinos seriales modernos de caer en prácticas comúnmente asociadas con hombres lobo, como canibalismo, mutilación, y ataques cíclicos. La idea (aunque no la terminología), fue bien explorada en la obra seminal de Sabine Baring-Gould El libro de los Hombres lobos.

Una reciente teoría se propuso para explicar los episodios relacionados con hombres lobo en Europa durante los siglos XVIII y XIX. El Ergot, que causa una forma de enfermedad producida por un alimento contaminado, es un hongo que crece en cultivos de centeno durante las temporadas de cosecha luego de inviernos muy fríos. El envenenamiento por Ergot generalmente afecta pueblos enteros o a las partes pobres de los pueblos, dando como resultado alucinaciones y convulsiones (el LSD alucinógeno originariamente derivaba del Ergot). El envenenamiento por Ergot fue propuesto como causa de la creencia individual de que uno es un hombre lobo y de que todo el pueblo crea que vio a uno. Esta teoría, sin embargo, es controversial y no fue ampliamente aceptada.

Algunos investigadores modernos intentaron usar enfermedades como la rabia, la hypertrichosis (crecimiento excesivo del cabello en todo el cuerpo) o la porphyria (un desorden enzimático cuyos síntomas incluyen alucinaciones y paranoia) para explicar las creencias en estas criaturas. La porphyria erythropoietic posee características clínicas que incluyen manos y cara peludas, piel poco saludable, orina rosada, color rojizo en los dientes, y fotosensitividad, que hace que los enfermos solo puedan salir de noche.





La segunda parte, wulf, es el antepasado de la palabra del inglés moderno ‘wolf’; en algunos casos también tuvo el significado general de ‘bestia’. Una etimología alternativa deriva de la primera parte desde el Antiguo Inglés weri (to wear); la forma completa en este caso sería glosada como wearer of Wolf skin (usuario de piel de lobo). Relacionado con esta interpretación está el antiguo nórdico ulfhednar, que denota equivalentes lupinos del berseker, aquel que usaba piel de oso en batalla.

Otras fuentes derivan la palabra de warg-wolf, donde warg (más tarde werg o wero) está emparentada con el antiguo nórdico vargr, que significa ‘granuja’ ‘forajido’ o, eufemísticamente, ‘lobo’. Un vargulf era el tipo de lobo que mataba varios miembros de un rebaño pero comía poco de lo que mataba. Esto era un grave problema para los pastores, quienes tenían que destruir de alguna manera la plaga de lobos antes de que destruyera el rebaño entero. Los pastores a menudo colgaban la piel del lobo en la habitación de un niño, creyendo que le daría al bebé poderes sobrenaturales. El término warg fue usado en el Antiguo Inglés para este tipo de lobo y para lo que hoy sería calificado como asesino serial. Posiblemente relacionado está el hecho de que, en la sociedad escandinava, un forajido (que podía ser asesinado sin repercusiones legales y no podía recibir ayuda) era llamado generalmente vargr, o ‘wolf’ (lobo).

Literatura clásica

En la mitología griega, la historia de Lycaon da uno de los ejemplos más antiguos de la leyenda sobre hombres lobo. Según una de las versiones, Lycaon había sido transformado en un lobo como resultado de la ingesta de carne humana; uno de los que estaban presentes en el sacrificio periódico en el Monte Lycaeon parece haber sufrido la misma suerte. Herodoto en sus Historias nos cuenta que los Neuri, una tribu que él ubica al noreste de Scythia, se transformaban durante unos días al año, y Virgilio conoce con familiaridad la transformación de los seres humanos en lobos.

El estudioso romano Plinio el Viejo, citando a Euanthes, cuenta que un hombre de la familia de Anthius había sido elegido entre muchos para que lo llevaran al lago en Arcadia, donde colgó sus vestimentas en un árbol de cenizas y nadó a través de él, lo que dio como resultado su transformación en lobo, forma que mantuvo durante nueves años. Bajo la condición de que no atacara a ningún ser humano en esos nueve años, sería liberado para que nadara de vuelta y volviera a su forma humana.

En la obra latina de prosa, el Satiricón, escrita alrededor del 60 A. de C. por Petronio, uno de los personajes, Niceros, cuenta una historia en un banquete acerca de un amigo que se convierte en lobo.

Describe el incidente de la siguiente manera:

‘Cuando busqué a mi amigo vi que se había desnudado y apilado sus vestimentas en el borde del camino…orinó en círculo alrededor de sus ropas y entonces, de repente, se convirtió en un lobo…luego de que se transformó en lobo comenzó a aullar y entonces se fue corriendo hacia los bosques’.

Muchos países y culturas europeas tienen historias de hombres lobo, incluyendo a Francia (loup-garou), Albania(oik), Grecia (lycanthropos), España, México (hombres lobo), Bulgaria (valkolak), Turquía (kurtadam), República Checha/Eslovaquia (vlkodlak), Serbia/Montenegro/Bosnia (vukodlak), Rusia (vourdalak), Ucrania (vovkulak (a), vurdalak(a), vovkun), Croacia (vukodlak), Polonia (wilkolak), Rumania (varcolac, priculici), Macedonia (vrkolak), Escocia (werefolf, wulver), Inglaterra (werefolf), Irlanda (faoladh o conriocht), Alemania (werfolf), Holanda (weerwolf), Dinamarca/Suecia/Noruega (varulv), Noruega/Groenlandia (kveld-ulf, varúlfur), Galicia (lobisón), Portugal/Brasil (lobisomem), Lituania(vilkolakis y vilkatlakis), Letonia (vilkatis y vilkacis), Andorra (home llop), Hungría (vérfarkas y farkasember), Estonia (libahunt), Finlandia (ihmissusi y vironsusi), e Italia (lupo mannaro). En Europa del norte también ha historias acerca de gente que se transforma en animales como osos así como lobos.

Los hombres lobo en la tradición europea a veces eran pueblerinos inocentes y temerosos de Dios que sufrían por la hechicería de otros, o simplemente por un destino desafortunado, y quienes, como lobos, se comportaban de manera muy conmovedora al proteger a sus benefactores humanos. En el poema de Marie de Francia Bisclavret (aprox. 1200), el noble Bizuneh, por razones no explicitadas en la obra, se transformaba en lobo cada semana.


Cuando su traidora esposa robó la vestimenta que necesitaba para volver a su forma humana, tuvo que escapar de la persecución del rey y pedirle misericordia para luego terminar siendo su compañero.



Su comportamiento en la corte era tan gentil que cuando su esposa y su nuevo marido aparecieron en la corte, su violento ataque hacia la pareja fue considerado justo, y entonces la verdad fue revelada. Otras historias de este estilo incluyen a William y el Hombre Lobo (traducido del francés al inglés cerca del 1350), el cuento de hadas alemán Marchen, en el cual varios aristócratas son transformados temporalmente en bestias.

Las leyendas de ulfhednar mencionadas en la saga Vatnsdoela, Haraldskvaeoi, y la saga Volsunga encuentran semejanza con las leyendas de hombres lobo. Los ulfhednar eran soldados parecidos a los bersekers, quienes se disfrazaban con pieles de osos y decían canalizar los espíritus de esos animales para ganar más efectividad en la batalla. Estos guerreros eran muy resistentes al dolor y mataban con crueldad en batalla, como los animales salvajes. Los elfhednar y los bersekers están muy relacionados con el dios nórdico Odín.

En el folclore de Letonia, un vilkacis era alguien que se transformaba en un monstruo con apariencia de lobo, que en ocasiones podía ser benévolo. Otro conjunto de historias tenía que ver con los recolectores de pieles. Los vilkacis y los recolectores tienen probablemente un origen común en la sociedad proto-indoeuropea, en la cual una clase de soldados jóvenes solteros estaban asociados aparentemente con lobos.

Más hombres lobos en las culturas europeas

Según el primer diccionario de serbio moderno (publicado por Vuk Stefanovic-Karadzic en 1818) vukodlak (hombre lobo) y vampir (vampiro) son sinónimos cuyo significado se refiere a un hombre que vuelve desde su tumba con el propósito de tener relaciones con su esposa. El diccionario afirma que este era un cuento folclórico usual. Era común la creencia entre los kashubs y los serbios y eslovenos que habitan en lo que hoy es Polonia del norte, de que si un niño nacía con cabello, marca de nacimiento o una membrana amniótica en su cabeza, se suponía que poseían habilidades de transformación. Aunque capaces de convertirse en cualquier animal que desearan, se solía creer que esas personas preferían convertirse en lobos.

Según el folclore armenio, hay mujeres que, como consecuencia de sus pecados mortales, son condenadas a pasar siete años en forma de lobo. En un relato típico, una mujer condenada es visitada por un espíritu con piel de lobo que le ordena que use esa piel, lo que causa que ella entonces adquiera deseos horrorosos de carne humana poco después. La mujer-lobo devoró a cada uno de sus hijos, luego a los de sus familiares en orden de parentesco, y finalmente a los hijos ajenos. Deambula sola por la noche, y las puertas y ventanas se cierran a su paso. Cuando llega la mañana, vuelve a su forma humana y se quita su piel de lobo. La transformación se dice que es involuntaria por lo general, pero hay versiones alternativas que involucran metamorfosis voluntaria.

EL PRINCIPE ruso del siglo XI Vseslav de Polotsk fue considerado hombre lobo, capaz de moverse a velocidades sobrehumanas, como se relata en La Historia de la campaña de Igor:

"Vseslav el príncipe juzgaba a los hombres; como príncipe, gobernaba ciudades; pero de noche se transformaba en lobo. Desde Kiev, merodeaba por Tmutorokan. El camino del Gran Sol, como lobo, merodeando, cruzó. Para él tocaron las campanas de Santa Sofía los maitines temprano en Polotsk; pero escuchó las campanas en Kiev".

Hubo numerosos reportes de ataques de hombres lobo –y juicios en consecuencia- durante el siglo dieciséis en Francia. En algunos de estos casos había evidencia muy clara contra el acusado de asesinato y canibalismo, pero ninguna asociación con lobos; en otros casos, como el de Gilles Garnier en Dole en 1573, hubo evidencia explícita contra lobos pero ninguna contra el acusado. El loup-garou eventualmente cesó de ser visto como un peligro herético y se revirtió hasta llegar a la noción pre-cristiana de ‘lobo amigo del hombre’. Los lubins o lupins eran generalmente mujeres y tímidas en contraste con los agresivos loup-garous.

Algunas historias francesas sobre hombres lobos están basadas en eventos documentados. La Bestia de Gévaudan aterrorizó el área de la antigua provincia de Gévaudan, ahora llamada Lozère, en la Francia meridional-central. Entre los años 1764 a 1767, una entidad desconocida mató a más de 80 hombres, mujeres y niños. La criatura fue descrita como un lobo gigante por los sobrevivientes de los ataques, que cesaron luego de la matanza de varios lobos del área.
Los lobos aún se encontraban en Inglaterra a fines del 1600, pero se extinguieron hacia 1680. A comienzos del siglo diecisiete la hechicería fue proscrita por James I de Inglaterra, quien consideraba a los ‘hombres lobo’ como víctimas de alucinaciones inducidas por ‘una natural superabundancia de melancolía’.

El folclore turco sostiene una visión reverencial de las leyendas sobre hombres lobo, en las que los chamanes asiáticos de Turquía central, luego de ejecutar ritos largos y arduos, se transformaban voluntariamente en el humanoide Kurtadam, que significa literalmente ‘Hombre lobo’. Como el lobo era el ancestro animal totémico de los pueblos turcos, ellos tenían gran respeto por cualquier chamán que estuviera en esa forma.

Entre las creencia populares de las tierras altas de Etiopía se encuentra el mito de las personas que son capaces de transformarse en hienas a través de la exposición a una maldición o a una asociación explícita con el diablo. Aunque no están ligados con la presencia de la luna llena o de algún otro evento temporal, el mito dice que aquellas personas a menudo realizan la transformación por voluntad propia y a menudo de noche. Los temas están muy relacionados con el fenómeno del mal de ojo, popular en la provincia Gojjam.

En la isla caribeña Trinidad, existe la creencia usual de que existe una criatura llamada lagahoo. Se la describe como un cambiador de forma varón, y a menudo dicen verlo en los pueblos.

La ficción sobre hombres lobo denota una galería variada de estas criaturas en la literatura, el teatro, las películas, los juegos, y la música. Dentro de la literatura se incluyen cuentos folclóricos, leyendas, sagas, cuentos de hada, ficción gótica y de horror, fantasía y poesía. Estas historias pueden ser sobrenaturales, simbólicas o alegóricas. El prototipo arquetípico de hombre lobo en la consciencia popular probablemente es aquel del film de horror The Wolf man (1941) en el que Lon Chaney Jr. se transforma en hombre lobo con la luna llena, y en películas posteriores se une con Frankestein y Drácula como uno de los tres íconos de horror más famosos de los tiempo modernos. Sin embargo, la ficción sobre hombres lobos posee géneros muy diversos que tienen sus raíces en el folclore, y dan lugar a múltiples reinterpretaciones modernas.

Ficción sobre hombres lobo

-Origenes literarios-

En ciertos cuentos folclóricos (influenciados por la teología medieval) el hombre lobo era un demonio, partidario del ejército de Satanás, enemigo de la raza humana y hambriento de carne humana. Este es el tema de ‘El lobo blanco de las montañas Hartz’: un episodio de la novela La nave fantasma (1839) de Marryat, donde un ser espiritual se transforma de lobo a mujer.
En los romances medievales, como Bisclavret y Guillaume de Palerme, el hombre lobo toma rasgos más inocentes, y aparece como víctima de magia maligna además de ayudar a los caballeros errantes.

En cuentos de hada, como Caperucita Roja, la figura del hombre lobo es más ambigua y pasa a ser tema de interpretación alegórica o freudiana. Estos cuentos son la inspiración de obras de ficción moderna como ‘The company of wolves’ de Angela Carter (1979) y la película Ginger Snaps (2000) que trataba acerca de la sexualidad femenina.

En el siglo diecinueve, las historias de tipo gótico y las novelas continuaron el tema de los hombres lobo. En una de las primeras obras, Wagner the wehr-wolf (1847) de G. W. M. Reynolds, encontramos el tema clásico del hombre que sufre la maldición por la cual se transforma en hombre lobo al salir la luna llena: esto representaría la personalidad dividida y el lado oscuro, maligno y sediento de sangre de la humanidad.

Según algunos comentaristas El extraño caso de Mr. Jeckyll y Dr. Hide de R. L. Stevenson (1886) tiene un subtexto implícito sobre los hombres lobo. Esto se explicitó en algunas readaptaciones recientes de la historia, como la serie de la BBC Jeckyll (2007).

El siglo veinte vio la explosión de las historias sobre hombres lobo, especialmente en los magazines American Pulp de los años ’20 a los ’50, como Weird Tales. Estas historias eran de calidad variable, pero entre ellas hubo algunas memorables. En articular, la novela El Hombre lobo de París (1933) de Guy Endore alcanzó el grado de clásico y es considerada por algunos como la Drácula de la literatura de hombres lobo. Fue adaptada con el nombre de La maldición del hombre lobo en 1961 por Hammer Films Productions.

La primera película que mostró a un hombre lobo antropomórfico fue Werewolf in London en 1935 (no debe ser confundida con el film homónimo de 1981) y estableció el canon de que el hombre lobo siempre mataba lo que más amaba. El hombre lobo de esta película era un elegante científico londinense que mantenía su estilo y muchas de sus características humanas después de su transformación.


Hombres lobos en la literatura del siglo veinte

El tema de la licantropía como enfermedad o maldición ganó su tratamiento estandard en la película The Wolf Man (1941), protagonizada por Lon Chaney Jr. Esta película contenía la famosa rima:

"Incluso un hombre de corazón puro, que dice sus oraciones todas las noches. Puede convertirse en lobo cuando el estandarte lobezno vuela. Y la luna de otoño brilla".

A esta película se le atribuye el hecho de haber originado varios aspectos de la leyenda que difieren del folclore tradicional, como la vulnerabilidad de los hombres lobo a las balas de plata. El proceso de transformación se muestra en dichos films y obras literarias como algo doloroso. El lobo resultante generalmente es astuto y despiadado, y tiene una tendencia a asesinar y comer a la gente sin compunción y sin importar el carácter moral de la persona cuando era humana. Lon Chaney terminó convirtiéndose en el actor típico para el papel de hombre lobo y repitió su rol para los Universal Studios en Frankestein conoce al hombre lobo (1943), La casa de Frankestein (1944), La casa de Drácula (1945) y la parodia Abbot y Costello conocen a Frankestein (1948).

Una comedia de horror clásica fue Un hombre lobo americano en Londres (1981). Es interesante que la aclamada novela The nightwalker (1979) de Thomas Tessier también mostraba a un hombre lobo americano en Londres: esta vez se trataba de un veterano de la guerra de Vietnam...

Recientemente el tema de los hombres lobo tomó un giro más comprensivo en algunos círculos. Con la creciente importancia del medio ambiente y otros ideales de ‘vuelta a la naturaleza’, el hombre lobo ha pasado a ser visto como una representación de la humanidad fundida con la naturaleza.

Un primer ejemplo de esta visión se ve en el videojuego Werewolf: el Apocalipsis (1992) en el que los jugadores son varios personajes hombres lobo que trabajan en beneficio de Gaia contra el espíritu destructivo Wyrm, que representa las fuerzas de la polución y la industrialización.

El autor Whitley Strieber exploró previamente estos temas en sus novelas The wolfen (1978), en la que los hombres lobo aparecen como predadores de la humanidad y actúan como control ‘natural’ del crecimiento de la población que estaba fuera de los límites de la naturaleza, y en The wild (1991), en la que el hombre lobo aparece como el mediador a través del cual la inteligencia humana y su espíritu vuelven a la naturaleza. El heroico hombre lobo también volvió desde el género romance paranormal, donde las características lobeznas como la lealtad se muestran con rasgos positivos.

Hombres lobos en la literatura del siglo 21

En la serie de Harry Potter (1997-2007), el hombre lobo Remus Lupin es uno de los personajes más conmovedores y populares de todos, tanto en los libros como en las películas. Sin embargo, la serie también incluye un hombre lobo villano llamado Fenrir Greyback, quien encaja más con la antigua imagen de hombre lobo. Los libros esencialmente usan a los hombres lobo como metáfora de los grupos marginalizados y discriminados en la sociedad moderna.

Un subgénero moderno muy popular consiste en las historias que muestran a los hombres lobo como razas o especies separadas (ya de ciencia ficción o de fantasía) o como personas que usan la magia para transformarse deliberadamente en hombres lobo. Esta ficción actual incluye casi exclusivamente a la licantropía como fenómeno de condición hereditaria o transmitida como enfermedad al ser mordido por otro hombre lobo. La forma que toma el hombre lobo no es la de un lobo ordinario, a menudo es antropomórfica y concede mayor fuerza y tamaño que la de un lobo normal.

A menudo la forma bestial toma prestadas algunas características físicas de otras especies animales, como se puede ver en el hombre lobo/ jabalí de Wild country (2006) y los hombres lobo/gatos de Underworld (2003). Muchos hombres lobos modernos también son inmunes al daño causado por armas comunes, y son vulnerables a objetos de plata (generalmente una bala o una espada). Esta reacción negativa a la plata a veces es tan fuerte que el mero contacto con el metal hace que la piel del lobo arda.

A pesar del resurgimiento reciente del motivo de los hombres lobos heroicos, las representaciones de ellos como monstruos siguen siendo las más comunes dentro de la cultura popular. Esto es especialmente cierto en algunas películas, que incorporan lentamente las tendencias de la ficción escrita. Hay muy pocas películas de hombres lobos fuera del género de terror.

El terror que puede aparecer en la noche, puede ser por medio de colmillos y dientes, que destrozaran tu cuerpo y tomaran tu vida, pero si no mueres tu sera maldecido con el pecado de otros...
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