Flor

Hace mucho escribí este cuento y me dieron ganas de ponerlo acá. Pueden interpretarlo como quieran:


Ella caminaba con suma preocupación por cada paso que daba. Le atormentaba saber que tal vez, bajo sus pies, existían vidas tan lucidas como la suya.

Hace tiempo que dejo todo su pasado por el anhelo de un hogar, nunca estuvo a gusto con aquello que le fue otorgado, pues su corazón le decía en sueños, una y otra vez, que la vida tenía algo más precioso; algo por lo que valía la pena todo y hasta más. Después de cada sueño (que estaba segura no eran más que una ilusión) ella meditaba dichas palabras con tal peso, ¿valía la pena dejar todo por lo que estaba acostumbrada, por un sueño del corazón? A pesar de no estar muy congraciada, era lo que tenía y no conocía más. ¡Si tan sólo hubiese una muestra de lo dicho por el corazón! ¡Algo que le dijera que no era más que simple cobardía!


El viento, tal cual balerina rusa, comenzó a danzar y a danzar, como si supiera que fuere mortal, se negó a detenerse; disfrutando en los abetos hasta ser uno con el heraldo de la muerte, continuo al punto de que su fuerza logro penetrar el cielo. Ahí lo comprendió; tal vez, y lo más probable, es que muriese tratando de encontrarlo, “pero qué más da, no puede ser peor que mi situación actual” pensó con algo de desgana en la sonrisa de sus labios…


Desde entonces, camina sin detenerse. Ese baile espiral le dejó en claro que no siempre debemos rechazar lo que nos dice nuestro ser; la esencia que poseemos dentro nos conoce a profundidad, lo que nosotros recién descubrimos, ese misterioso ente tan solo lo recalca, lo pule y lo cuida, casi tan preciado como ese tesorito que protegen con recelo los niños en sus “cajitas de tesoros” que luego de muchos años permanece intacto, solo que esta vez en sus corazones y recuerdos.


Ella creía en ese ser, sabía que podía confiar en su palabra y en la débil premonición de su corazón. Pero aun con toda esta confianza y fe (que no eran muy abundantes), el empedrado que había estado recorriendo se estaba tatuando muy bien en sus pies, debido al sumo cuidado con el que caminaba.


Al final del trecho, sus ojos se toparon con lo que hasta ahora se ganaba el premio de lo mas inusual en su vida: ¡un campo marchito hasta la medula! Esta vez no tendría que preocuparse por donde pisar, y eso en parte era algo bastante cruel, no sentía nada con vida, era como si todo lo muerto en el mundo fuese a parar allí. “Esto tiene que ser un sueño”


-El término correcto sería pesadilla.

-… ¿Quién putas dijo eso?- preguntó mas pálida que de costumbre.

-Bueno tengo varios nombres, pero es la primera vez que me dicen “putas”, hermoso vocabulario para alguien tan pequeña.

-…oye, me vas a decir…

-¿Qué?

-Eres, es decir, esto, ¿Es un sueño?

-¿Tienes algún fetiche con los sueños verdad?- el comentario estuvo lejos de hacerle gracia- Pero volviendo a lo nuestro, si es un sueño o no es lo de menos, de hecho, ahora que lo pienso, si soy o no es lo menos importante también.

-Espera, espera, retrocede y pausa!, ¿Cómo puede no ser importante? ¿A dónde llegue a parar? ¿Por qué este prado esta muerto? ¡Y no mientas!- gritaba al vacio exasperadamente.

-¿En qué miento?- a juzgar por el sonido de su voz, lo decía con sorna.


Tragó su orgullo lo más que pudo, sus manos sangraban debido a la profundidad de sus uñas, estaba consciente de sus palabras y del juego en el que caía, “bueno, en mi vida ya nada puede ser peor, al averno con todo”- …sé...sé que eres la voz de mi corazón y sé que para mí, si eres o no, es de vital importancia, porque lo que me importa a mí, también a ti y si no lo dije desde que te escuche, honestamente es porque... pensé que estabas muerto.

La oscuridad del prado huía desesperadamente, no pensaba, dando a mostrar que tales tinieblas no poseen un guía. Ella no cabía en su asombro, la fuerza espiral del viento traía consigo una luz (distinta de las demás) cuya calidez podía incluso reconocer, ¿amor? No, era algo mucho más poderoso que eso, fue en ese momento que, frente a sus ojos, esa fuerza capaz de penetrar incluso el cielo, en un puro beso, se unió a esa luz distinta… Poco a poco se fue acercando a ella, por fin tenia forma y causa.


-Eres…-balbuceaba levemente.

-¿Si? ¿Soy?- esta vez podía notar la sonrisa en lo que parecía un rostro; y que rostro!

Se hizo para atrás, algo sorprendida –¡eres yo!- grito mientras caía al suelo.

-Puedes decirme Corazón si te sorprende menos- dijo ayudándola a levantarse.

-¿Cómo es posible?

-Al admitir lo importante que soy para ti.

-Sigo sin comprender


-Cuando dejaste de creer en mi fuerza, ignoraste continuamente los sueños, mi único medio para llegar a ti; mi don se dividió en mi conciencia y en mi amor; una era el poder espiral del viento y la otra mi voz vagante en la oscuridad. Al tragarte toda tu agonía y comenzar a subir y lo más vital, admitir mi muerte, lograste darme vida de nuevo, ¡Por tu valor soy otra vez!- y la sorprendió mas dándole un abrazo.

-Corazón…- podía sentirlo, esa vida y fervor existentes, si, eso que había perdido a costa de sus tristezas y cerrazones, sin más regresó; le devolvió el abrazo fuertemente, no quería volver a matar a su corazón, pero entonces recordó:

-¿Qué es este campo?

-¡Oh! Bueno, esto solía ser mi tumba.

-Pero si de nuevo eres, ¿El prado no debería ser también?

-¿Recuerdas que te prometí algo mejor?

-Si…me vas a decir que, ¿Es esto?


Mira detenidamente- le dijo misteriosamente mientras le invitaba a entrar.

Comenzó a caminar lentamente (a pesar de que aun no sentía vida) miraba en todas direcciones, pero solo notaba maleza amarillenta y troncos huecos. No podía creerse que esto era por todo lo que había caminado. Trato de concentrarse, algo bueno tenía que ser ahí, “Un momento”-pensó- “Si esto solía ser su tumba, algo la tenía que adornar”, volvió a mirar, muy cuidadosamente esta vez, y ahí la encontró.

Pequeña, blancuzca y abundante en pétalos. Una delicada flor escondida entre las hierbas secas. De solo observarla brotaba una gran paz en todo el ambiente, deseaba mucho poder protegerla ¡se veía tan delicada!

-Corazón, ¿crees que deba…?- volteo a ver pero ya no estaba; tan solo ella estaba en ese enorme campo; no, ya no se encontraba de esa forma, ya nada era como antes, tenía a su corazón y la flor. Levemente acerco su mano, sus pétalos eran tan suaves y cálidos…simplemente perfectos. Cerró sus ojos ante semejante felicidad, por primera vez, sabía lo que era ser feliz…

-¡Elina!


“¿Eh?”. Abrió los ojos. Si antes estaba sorprendida, ahora más. Ya no estaba en ese marchito campo sin rastros de vida, tampoco vestía sus habituales harapos y no había una, sino miles de flores y plantas a su alrededor, ¡De todos los colores y bellezas!, sus ropas eran blancas y lucía unas cuantas florecitas en su cabello negro como el azabache. Estaba más confundida que nunca.


-¡Elina date prisa! ¡Mi cuñado nos espera!- gritaba de lo lejos un jovencito muy parecido a ella.


“Te dije que había algo mejor ¿o no?”- reconoció esa voz y vida dentro suyo-“El se llama Elric y es tu hermano menor, el cuñado es tu gran amor, cuya vida siempre iluminas y se llama Alin; esta es tu verdadera vida y destino, sé que no comprendes pero pronto sentirás que es verdad, anda que te están esperando”


-¿Vas a venir o no Elina?- decía mientras le mangoneaba el brazo.


-Si…- miro esos ojos pardos y un hermoso sentimiento la invadió- vamos que Alin nos espera- le dijo radiante. “Si, definitivamente es algo mejor” pensó para si en lo que colocaba a su querido hermano en sus hombros. Todo lucía esplendorosamente y pudo sentir vida bajo de si, no podía creer que esto era lo que en realidad estaba destinado para ella, y curiosamente todo le resultaba muy familiar, por lo que decidió que lo mejor era creer en su corazón, después de todo, no quería que muriese otra vez. Miraba el campo y notó una lápida; algo alegre para ser lápida. Bajo un momento a Elric y se acercó un poco para leer la inscripción…simplemente vio a su “nuevo” hermano y le abrazó fuertemente con lágrimas perladas en sus ojos.


-¿Pasa algo hermana?- preguntó algo temeroso.


-No Elric, ahora todo es mejor que nunca- pudo ver a lo lejos a un joven alto, un poco mayor que ella y de cabellos castaños; pudo sentir cuánto lo amaba y le esbozó una sonrisa- que fue devuelta- ¡una carrera Elric!...


El mensaje de la lápida era:


“Aquí yace el pasado, olvidado por una flor, superado por algo mejor”


Un cuento que varía su contenido dependiendo de quién lo lee...acepto toda clase de críticas.



La Dama Ambulante "reviviendo la maña de escribir a diario"

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