Reportaje: Terror en el país del bien

Lamento reaparecer en el Templo con algo más sombrío, pero es parte del mundo en que vivimos, y también, por así decirlo, una despedida del mundo en el que solíamos vivir. Las consecuencias de la masacre y el atentado con bombas perpetrados en la capital de Noruega, Oslo, por un extremista de la derecha nacionalista ha destrozado el sueño de paz de la sociedad más equilibrada y próspera que el mundo tenía. Tomo en préstamo las palabras del reportero ÁLVARO A. RICCIARDELLI, reportero del diaro El País, de España. El artículo original puede ser leído aquí.



"Noruega es un lugar en el que nunca pasa nada" es una frase típica con la que retratan este tranquilo país los extranjeros que, provenientes de otras latitudes menos afortunadas, han decidido establecerse en este paraíso del Estado del bienestar. Y la frase no es despectiva: que no pase nada quiere decir en realidad que no pasa nada malo, y eso es bueno. Pero ayer todo cambió. Y es que, hasta ayer, Noruega era ese país en el que las noticias sobre guerras, atentados y crisis económicas pasaban de largo, haciendo algo de ruido, pero sin realmente llegar más allá de la superficie. Esas cosas no pasan aquí. Aquí se puede dejar la puerta abierta, y la bici sin atar, y se puede ir a las dos de la mañana por el centro de Oslo sin mirar por dónde, y los niños juegan tranquilos en cualquier sitio y, en general, no hay que preocuparse demasiado por nada. Pero ayer muchas cosas cambiaron. La frase de ayer era: "Ya ni en Noruega se puede estar seguro".


Iván pasa todos los días por la zona en la que ayer un coche bomba mató al menos a siete personas en el centro de Oslo. Pasa camino del trabajo, aunque ayer, por suerte, libraba, y la explosión la escuchó desde su casa. "Tembló todo, pensé que era una especie de terremoto", comenta. Llegó a Oslo hace algo más de un año, después de pasar una temporada en España, primer destino tras decidir probar suerte fuera de Argentina, su país. Tanto para el como para muchos otros este es un lugar de futuro y de oportunidades. Si se consigue superar el duro clima, y el hecho de que nunca pase nada, uno está en su lugar. Y, de hecho, este es el lugar de miles de argentinos, españoles, chilenos, somalíes, pakistaníes que, escapando de países en los que pasan demasiadas cosas, buscan la tranquilidad que solo es posible encontrar en un país con menos de un 5% de paro, donde todo el mundo tiene acceso a una sanidad y a una educación pública de calidad, donde se fomenta construir una familia y donde tu mayor problema puede ser, aunque parezca mentira, el aburrimiento.


Oslo, a pesar de su condición de capital, es una ciudad pequeña. Por eso la bomba de ayer se sintió en casi toda la ciudad. Marcos regenta un restaurante en la calle Storgata, a 300 metros del lugar de la explosión. "Oí un estruendo enorme y pensé que algo había explotado dentro del restaurante", asegura. Al salir a la calle lo que vio fue algo parecido a "una zona de guerra". "He visto a muchos heridos por los cristales que caían de los edificios reventados". Un centro comercial cercano tenía todas sus ventanas completamente destrozadas, comenta. "Uno viene de Argentina escapando de un montón de cosas y resulta que aquí también pasan". Marcos estuvo antes en Italia e Irlanda. Noruega, para él y para muchos otros, es siempre el último destino, ese lugar donde se está totalmente seguro de que no se va a encontrar nada mejor.


La zona de la explosión de ayer estÁ cerca de Youngstorget, una plaza de aire soviético dominada por un majestuoso edificio sede del Partido Laborista, uno de los principales responsables de la construcción del Estado del bienestar noruego y, al parecer, objetivo del hombre que supuestamente colocó la bomba y que posteriormente disparó y mató a decenas de personas en la isla de Utøya, en una reunión de las juventudes del partido. A pesar de que todavía hay muchos cabos por atar, el hecho de que el autor haya podido ser un noruego ha añadido más confusión a una sociedad en estado de choque.


Marit regenta una cafetería en un pequeño pueblo a las afueras de Ålesund, en los fiordos noruegos. "Esto es horrible, jamás he visto nada parecido", asegura. Marit lleva una vida cómoda y tranquila, con vacaciones en Canarias, los hijos en Oslo y un negocio que le da para vivir bien. es una noruega típica, horrorizada hoy por unos acontecimientos que jamás había sospechado podía tener en la puerta de su casa, y su sentimiento es compartido por todo el mundo.


Iván salió ayer a la calle, tras el atentado, y se encontró con que en el centro de Oslo no solo había seguridad (normalmente no se ve ni un policía), sino que, ahora, los agentes llevaban metralletas. Aquí la policía rara vez aparece, y cuando lo hace, suele ser para, pacíficamente, desalojar de un bar a alguien que ha bebido demasiado o resolver algún conflicto entre vecinos. Un joven superviviente del tiroteo de Utøya contaba en el diario Aftenposten que lo primero que la gente exclamó, al ver a un hombre vestido con uniforme de la policía abriendo fuego, fue: "¿Qué pasa? ¿Por qué la policía dispara contra nosotros?". Aquí los agentes, al igual que el Estado, realmente protegen al ciudadano, seguro dentro de un sistema con décadas de buen funcionamiento. El Gobierno apunta a movimientos locales antisistema y uno se pregunta: ¿quién podría estar en contra de este sistema?


Hoy Noruega amaneció distinta. Tras el primer atentado de toda su historia, los noruegos han experimentado por primera vez lo que siempre habían visto por la tele: imágenes de lugares destrozados por explosiones, y gente herida, y muertos, y miedo en la calle. Ayer ese lugar era Oslo, capital de un país que llegó a ser un oasis en medio de un desierto de problemas, un lugar intocable, un lugar al final del camino. Ayer la frase era distinta, y no la decía un extranjero, sino un noruego: "Noruega se ha dado cuenta, de la peor de las maneras, de que también está en el mundo".



Esto me convence de que nuestra especie nunca ha merecido el Paraíso, en especial porque no es capaz de tolerarlo. Ese es el legado de odio que nos deja la era de la información: el mundo ha logrado globalizar la violencia y la intolerancia con más eficacia que a cualquier otra cosa. En medio de asuntos geek, freak o especulaciones, esta es la realidad en la que vivimos. Una que nos puede alcanzar donde sea, cuando menos lo esperemos.

Comentarios

FrankyCyborg dijo…
Una noticia lamentable, por el impacto social de la misma, pensar que en Un país con Noruega que desde la vista la tranquilidad prosperaba, se da una situación de estas te hace pensar que la especie humana es la responsable de su propio caos..

Una noticia muy triste! y que da para analizar detenidamente muchas situaciones!
Realmente lamentable la situación en Noruega.

Teniendo en cuando que es un país donde el estilo de vida es realmente admirable y pacifico; una noticia como esta (aparte de arruinarle a uno el animo) solo demuestra una vez más que el ser humano es el heraldo de su propia perdición ante el mundo moderno.

La violencia y la intolerancia, seguiran dandose a menos que cambiemos nuestra forma de pensar. Es frustrante pero Hobbes no equivocaba: "El ser humano es malo por naturaleza" lo que mueve al hombre es su miedo y su egoismo.
Unknown dijo…
Triste lo que sucedio en Oslo, un ataque que no tiene ningun sentido por parte de un hombre lleno de odio hacia algo que no conoce. Si su temor era que su pais terminara como un pais arabe, en lugar de impedirlo ha conseguido repetir las tristes imagenes que nos llegan de Medio Oriente en las calles de Oslo.

Mientras hayan hombres nunca habra paraiso.

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